jueves, 16 de septiembre de 2010

El Serengueti.











El Serengueti ha sido muy generoso conmigo. A lo largo de estos años me ha regalado innumerables e irrepetibles momentos.

Como el leopardo que dormía la siesta en la rama de un árbol, junto a la orilla del camino. Aquél gatito vio pasar un par de Dik Dik por debajo del árbol y ante nuestra nariz, saltó a por ellos pero fracasó.


O la manada de elefantes que destrozaban una acacia, hasta que uno se puso delante del coche y otro detrás, cerrándonos el paso. Nos barritaron y nos amenazaron pero salimos vivos.




Y los hipopótamos, durmiendo la siesta a plena luz.

Asante sana, Serengeti.


Ibis etíope al vuelo















Me pregunto cuántos de esos sesenta segundos pasan desapercibidos y se nos escapan. Toda la belleza del mundo se puede concentrar en único y raudo instante, pero si nuestros sentidos no están atentos, se irá para siempre.

Por eso hay que mirar donde haya algo que ver, oír dónde haya algo que escuchar, paladear cuándo haya algo que comer y acariciar cuando haya algo para amar. Eso es todo lo que tenemos que hacer. No basta con estar ahí. Hay que vivirlo y una vez vivido guardarlo para siempre.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Watoto wa Tanzania




Yo no soy esos niños
pero algo suyo viaja conmigo.

Se preguntan de dónde vengo,
qué hago, qué miro
y sé que no lo entienden;
pero yo soy esos niños.