Con la tenacidad de una hormiga he ido acopiando mis lecciones. Siempre debo recordarme que no sé nada para así ser capaz de seguir aprendiendo. Hoy soy un poco más viejo siendo aún joven. He sido capaz de nadar cuarenta largos. Antes simplemente los nadaba.
Tengo que superarme cada día aunque tantas veces pierdo. Sigo, vuelvo, lo consigo o no, pero sigo. En mis órganos y extremidades aún se sencuentra la fuerza necesaria para hacer del mundo mi casa. En mi mente, la madurez que antes siempre me faltaba. Mis emociones aún pueden desbocarse pero también contenerse. Es un momento óptimo para convertirme en quien soy.
Si delante del espejo me miro con un solo ojo, creo que no tengo nada. Si me miro con el otro, creo que lo tengo todo. Si me miro con los dos casi no me reconozco porque me veo lejos, allá, al fondo del cristal.
Ese soy yo, me digo. Pero no me alcanzo. Cuarenta amores, cuatrocientos errores, conquistas, decepciones, aciertos, pérdidas, hallazgos, cíclopes y sirenas. Hasta que un día vuelva a mirarme y me tenga delante y sea más viejo y siga sin saber nada pero me reconozca a mi mismo y diga: ¡Este soy yo!
Entonces tal vez mire a mi espalda para contemplar el camino y proclamarlo mío. Cuando ese yo me mire a mí quiero que no vea mentira alguna, ni odio, ni omisión. Que mis faltas sean desconocimiento y alguna dosis de cobardía, dejadez y orgullo. Cuarenta largos más.
Desde ésta, mi atalaya, veo ya una estela tras de mi. ¡Enhorabuena mis queridos pies! Ya hemos hecho camino. Dimos muerte a los cíclopes y somos libres. La mar nos partió en dos y alcanzamos una orilla. Nos engañamos a nosotros mismos y nos desengañamos. Aprendimos y olvidamos. Vosotros, mis maltrechos pies, sabéis mejor que yo cuánto hemos andado ya. Pero yo mejor que vosotros sé cuánto nos falta.
Así pues, en marcha que no es tiempo ahora de mirar atrás. Delante tenemos un puente tendido suspendido sobre un abismo. Os necesito cautos y ligeros. Vayamos despacio, sin miedo.
¿Os acordáis de Mohammed en Al Hoceima? Atravesamos los cedrales ladera arriba y al llegar, la cumbre resultó ser un acantilado panorámico con vistas a España, allende el mediterráneo. Allí sentados, Mohammed nos dijo que él no creía en Dios. Ni en el musulmán ni en el cristiano. Que él sólo creía en sus pies.
Vayamos pues, para que cuando alcancemos al yo del espejo hayamos hecho de nuestro camino un Dios al que rezar ante el siguiente abismo. Porque los senderos por los que pasamos trenzan los estribos que nos sujetarán en el siguiente desfiladero. Por eso es tan importante respetar el camino de quienes se cruzan en el nuestro, porque cualquier tensión o distensión indebida podría hacerle caer o desviarse significativamente.
Las personas pasamos por la vida de otras personas de muy distintas maneras. Hay quienes se cruzan a toda velocidad, hay quienes te acompañan y quienes se cuelgan. Unos te animan otros te empujan, unos te guían otros te arrastran. Sumidos en nuestra ignorancia, trazamos nudos unos con otros que conforman una red.
Al contrario que el resto de las religiones, la de mis pies no le dice a nadie como debe caminar. Porque tu Dios dicta tus pasos y el mío los míos. Camino y dejo caminar porque creo que lo único que nos espera más allá somos nosotros mismos.
Donde no haya camino solo queda volar. Pero los pies no vuelan; tendré que perderlos. Entonces tiraré del hilo de las lazadas de mi vida y con el tejeré mis alas. Por eso es tan importante respetar el camino de quienes se cruzan en el nuestro. Porque una puntada mal dada te puede joder la eternidad.
Mis queridos pies; caminar sin pisar a nadie, sin poner la zancadilla y sin un norte más al norte que el del resto. Porque vosotros, aunque seas dioses, sólo sois carne, hueso y sangre. Allá donde me dejéis, volveré a encontraros. Vosotros sois mi conexión con la tierra y seguiréis siéndolo cuando muera.
Vayamos pues, mis queridos pies. Que después de éste puente habrá un valle o una montaña o un mar, un río, otros pies, otros suelos, nuevas ampollas. Podremos bailar y chapotear, os lo prometo.
Vamos. Id vosotros delante que ahora os alcanzo.
Rode Maan. 16 de febrero de 2010.

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