miércoles, 28 de abril de 2010

Tanganyka


Incansables los pescadores del lago más largo del mundo y uno de los más profundos. En pleno ramadam, sin comer ni beber en todo el día, este pescador apuraba las últimas horas de luz antes de acercarse a la playa y en la misma orilla, comer algo en cuanto cayera el Sol.

Posiblemente, la falla de la que surgió la vida. En palabras de un amigo geólogo: el coño del mundo.


Charco dam


Durante las obras de drenaje de un embalse en Serengueti. Verano de 2009.

Unos cuantos niños aprovechaban la ocasión para vender té y galletas a los operarios de las máquinas. Vi a éste llenar su termo con el agua fangosa que quedaba en el fondo del embalse, llevársela a su madre para que la hirviera e hiciera té. Yo lo vi igual que quienes bebían el té pero no pareció importarles. Pagaron y se lo bebieron.

El embalse ya está terminado. Podrían beber agua limpia si no fuera porque alguien roba los grifos. Eso fuerza que el ganado abreve directamente en el embalse, junto a los seres humanos.

martes, 27 de abril de 2010

Blanco y Negro


Manobel se acercó a mí en la playa de Bagamoyo para venderme estatuas de madera. Le dije en su idioma que sólo le compraría una que hiciéramos entre los dos.

Me llevó a su taller y me enseñó a tallar. Dibujó la cara, me dio una maza y un cincel y me dijo que hiciera lo mismo que él.

Cada golpe descubría vetas blancas o negras. La fusión del ébano desde dentro de sí mismo. Un ojo él otro yo. Un lado de la nariz él; otro yo. Si en su parte salía blanco, en la mía negro y viceversa.

Así hasta que se revela un rostro de alma blanca y negra.

Nos hicimos amigos en sesenta segundos.

Alzarse contra el cielo


Caer contra el suelo. Levantarse y encararse a Dios si hace falta.

Caer contra el suelo. Alzarse de nuevo y retar a los titanes.

Caer contra el suelo. Erguirse en rebelión y morder los pies del amo.

Caer contra el suelo. Así toda la eternidad.

¡Qué dura es la tarea de los ángeles condenados por cuestionar el orden de las cosas! Negados y rechazados pero es en su lucha donde se gesta nuestra conciencia.

Donde el principito se encontró con el zorro


En Wadi Rum hay signos de mucha vida. Pero de una vida que no se deja ver. Huellas en la arena que cada mañana el viento borra. Grabados en la roca y voces en el viento. No es posible estar más sólo que en las noches del desierto, aunque te estén mirando tantos pares de ojos como estrellas hay en el cielo.

Mis sesenta segundos en el desierto me enseñaron a caminar bien calzado por los senderos de la imaginación pero descalzo por la arena. Aprendí a amar lo efímero de una huella y a comprender lo eterno de un camino. Y que cuando se suben todos los peldaños de un sueño, entonces hay que bajarlos para convertirlo en la realidad que pisamos.

El mundo partido


La bola del mundo partida delante de un colegio en Jazmel, Haití, cien días después del terremoto.

De los sesenta segundos de ese instante recuerdo el silencio. Arrodillarme para tomar la foto, ver los pupitres vacíos de fondo y pensar ¿dónde están esos niños que no están soñando ni aprendiendo a pensar? Haití tiene que re-inventarse.

Si pudiéramos empezar de cero, ¿cómo querríamos que fuera nuestro mundo? Si nuestra sociedad se hubiera venido abajo y todos nosotros viviéramos en la calle, ¿volveríamos a construir igual que antes? ¿Querríamos volver a lo que tuvimos o mejoraríamos los defectos? ¿Cómo lo haríamos? Las soluciones sólo pueden nacer de la imaginación.


Declaración de principios


Vivir cada minuto como una carrera de sesenta segundos y detenerse sólo para jugar como los niños, escuchar a los amigos y mirar al infinito.

Vivir coherentemente y cuando no se pueda, que sea por una buena causa.

Vivir con plena consciencia de estar vivo y de estar viviendo.

Vivir hasta morir y nada más.